jueves, 15 de enero de 2009

Tabla del nueve



... Pero entonces los comprendí. ¡Era tan fácil! Me bastó echar una última mirada a las manos que Farag y yo teníamos entrelazadas: en aquel amasijo, húmedo por el sudor y brillante por la luz, los dedos se habían multiplicado... A mi cabeza volvió, como en un sueño, un juego infantil, un truco que mi hermano Cesare me había enseñando cuando era pequeña para no tener que aprender de memoria las tablas de multiplicar. Para la tabla del nueve, me había explicado Cesare, sólo había que extender las dos manos, contar desde el dedo meñique de la mano izquierda hasta llegar al número multiplicador y doblar ese dedo. La cantidad de dedos que quedaba a la izquierda, era la primera cifran del resultado, y la que quedaba a la derecha, la segunda.

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Párrafo extraido de la novela de Matilde Asensí, "El último Catón"

1 comentario:

silvia dijo...

En "Un Mundo sin fin", de Ken Follet, se recrea también un diálogo de un padre con su hija, que aprende a contar.
http://phobos.xtec.cat/creamat/joomla/index.php?option=com_content&task=view&id=165&Itemid=66
En la web del creamat hemos puesto un enlace a la versión en catalán.